Ya estamos a mitad de Junio. Por casualidad alguien se acuerda de las promesas que hizo en año nuevo? Creo que en febrero las promesas de año nuevo ya son historia, y si queda alguna, en marzo terminan por desaparecer.
El problema de querer empezar un cambio es que creemos que hay que empezar a lo grande. Me pasó que de no correr en absoluto quise pasar a correr una hora diaria. Creo que lo hice un solo día, quizás dos. Investigando un poco descubrí algo que era tan obvio que me costaba verlo: Tanto el cerebro como el cuerpo se resisten a los cambios grandes. Así conocí el concepto de kaizen.
El problema de querer empezar un cambio es que creemos que hay que empezar a lo grande. Me pasó que de no correr en absoluto quise pasar a correr una hora diaria. Creo que lo hice un solo día, quizás dos. Investigando un poco descubrí algo que era tan obvio que me costaba verlo: Tanto el cerebro como el cuerpo se resisten a los cambios grandes. Así conocí el concepto de kaizen.
Kaizen es una antigua filosofía basada en los principios del Tao Te Ching. En este libro enseña a aplicarla para mejorar la calidad de vida y adquirir hábitos más saludables. Se trata de comenzar dando pequeños pasos para que el cerebro no los tome como un cambio grande que represente una amenaza. Luego esa acción pequeña se puede ir incrementando gradualmente para obtener mejores resultados.
Este año comprobé que funciona al hacer la adaptación al jardín de infantes. En marzo durante tres semanas las madres y padres se fueron retirando gradualmente de la sala para que los chicos se vayan acostumbrando a quedarse con la maestra. El problema era que yo no podía alejarme dos pasos sin que Lau le diera un ataque de llanto. A una nena con autismo no se le puede decir "vuelvo más tarde" porque no entiende de qué le estas hablando. Ella sólo veía que yo la abandonaba con un grupo de desconocidos con lo que todavía no sabe interactuar.
La única solución fue quedarme en el aula con ella. Pasó marzo, abril, mayo. Durante esos meses traté de salir del aula. Pasaba siempre lo mismo, ella salía corriendo del aula desesperada a buscarme. Pero se empezó a dar cuenta ella sola de algo: aunque salía del aula, yo siempre me quedaba cerca. Después empezó a quedarse en el aula unos minutos antes de salir a buscarme. Y dejó de llorar. Los minutos se extendieron y se convirtieron en un par de horas. Ahora ya no sale a buscarme.
Yo me sigo quedando cerca, pero ahora trato que no me vea. Y mientras extraño abrazarla y me estrujo el corazón, sé que estoy haciendo lo mejor para ella. Me quedo en el patio, alejada de la salita de tres y aprovecho para tejer mientras espero que sean las doce para pasarla a buscar. Quizás en algo más de tiempo yo también voy a estar lista para irme de la escuela.
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