La semana pasada me preguntaron en el jardín de Laura si estaba estudiando (estaba con mi bullet journal). Le respondí que trabajaba en mis ratos libres.
- Ah, ¿De que trabajás?
Me paralicé unos segundos y tuve que pensar la respuesta.
- Trabajo desde mi casa. Hago cosas tejidas.
- ¿Saquitos?
- No. Gorros, bufandas y muñecos.
Sentí que estaba mintiendo. ¡Y encima hace mucho tiempo que no tejo! No me animé a contestarle que estaba escribiendo un post para el blog. No sé porque no suena bien, no suena a "trabajo".
Creo que la mayoría de la gente debe pensar que si no ganás plata haciendo algo, esa actividad es un hobby y no califica como trabajo. Pero por otro lado, yo me ocupo de las tareas de mi casa, no gano plata por eso, y estoy segura que no califica como hobby, porque no lo hago por placer.
La solución es tener claros los objetivos que nos impulsan a hacer algo, sin importar si lo que hacemos nos reditúa económicamente o no.
Yo no tenía muy claros mis objetivos hasta hace poco. La semana pasada les conté mis nuevos objetivos en este post. Ahora sé que tener claro lo que queremos hacer, y poder expresarlo con confianza, no es sólo útil para buscar inversores en lo que dura un viaje en ascensor.
Y vos, tenés claros tus objetivos?
Me gustaría que me los cuentes.
Y vos, tenés claros tus objetivos?
Me gustaría que me los cuentes.